En
los últimos cinco años la producción de bienes intermedios, el manejo de
inventarios de manera eficaz y la consecución de nuevos proveedores en las grandes
ferias asiáticas, como la de Cantón en China, era un objetivo para empresarios
que buscaban nuevas oportunidades de mercado y bienes a unos costos altamente
competitivos, en comparación con sus países de origen.
Ahora
bien, en el transcurso de los últimos meses, estos conceptos han estado sujetos
a una serie de cambios que pocos se animaban a predecir. Por más que ya
estuvieran sobre la mesa conceptos como la resiliencia de la cadena de
suministro y la capacidad de reajuste a hechos inesperados, con el propósito de
permitir la continuidad de las operaciones; la magnitud e impacto de la
situación actual nos ha obligado a reconfigurarnos y pensar en el proceso de reajuste
de las cadenas de producción global a modelos regionales, causados por un
efecto de reshoring.
Contemplando
también que un mundo altamente conectado y un consumidor cada vez más exigente,
y altamente adaptable, demandan soluciones eficientes y eficaces, el comercio
electrónico, hoy en día, se convierte en una prueba de ello, al atender necesidades
básicas de la situación actual permitiendo la disminución de aglomeraciones y
contacto físico.
Ante esta perspectiva, el llamado de algunos gobiernos es que la producción de sus empresas nacionales vuelvan a casa, destacando así el resultado positivo que ha tenido México en este proceso, según el último estudio del monitor de inversiones Greenfield de FDI Markets, en el cual se identifican 34 traslados de actividad manufacturera, entre enero de 2016 y marzo de 2020. Al país norteamericano, le sigue Vietnam, considerado como un punto estratégico para algunas de las producciones que se venían desarrollando en China.
En
ese sentido, dentro del cambio de paradigma actual, es necesario proyectar un
giro hacia políticas de proceso que promuevan desde la facilitación de las
operaciones de comercio exterior, la promoción de instrumentos de promoción de
comercio exterior, que incluyen a las zonas francas o los recintos fiscalizados
estratégicos; hasta el aprovechamiento y estructuración de modelos de negocios
bajo los acuerdos comerciales, que se convierten en herramientas claves para la
atracción de aquellas compañías en búsqueda de nuevos centros de producción, a fin de solventar posibles nuevas
disrupciones en la cadena de suministro.
Aunado
a lo descrito, el conocimiento y las relaciones comerciales bilaterales y
regionales se convierte en un eje a fortalecer y saber aprovechar, en vista de
los accesos que se establecen a nivel de preferencias arancelarias, como las
posibilidades de acumulación de origen entre las partes del acuerdo. Ejemplo de
ello es el acuerdo de Alianza del Pacifico (México, Colombia, Chile y Perú), una
pieza esencial en este proceso, que está enfocado a permitir el desarrollo de
eficiencias y la combinación de los mejores productos y materias primas de los
países miembros, en aras de potenciar la característica originaria del producto
final. Todo esto, como parte de una nueva realidad del comercio exterior, en la
que volver a los orígenes puede resultar en una optimización al flujo ideal de
las cadenas de producción.
Escrito por Sebastian Galindo Cantor
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