El futuro de la conclusión de un acuerdo de asociación biregional entre el Mercosur y la Unión Europea sigue siendo incierto. Es posible que se concluya y que entre en vigencia. También es posible que no. Las dudas siguen siendo muchas.
¿Qué quiere decir esto para quienes se interrogan –en especial las empresas pymes de la Argentina y del Mercosur- sobre cómo prepararse para operar con éxito en el amplio ámbito económico resultante del acuerdo?
Lo primero que puede señalarse es que sería un error dar por cierto tanto un escenario como el otro (según sea que el acuerdo entre o no en vigencia), como asimismo sus distintas y múltiples consecuencias. Lo recomendable parece ser, al menos en este momento, interrogarse sobre lo que implicaría para una empresa del Mercosur prepararse para competir, tanto en el mercado de los países de la región como en el biregional, ya sea en el caso de que se concrete la conclusión y puesta en vigencia del acuerdo de asociación, o en el caso que no lo fuere. Lo concreto es desarrollar la capacidad para competir en cualquiera de los dos escenarios, y ello requerirá para muchas empresas fuertes ajustes en sus respectivas estrategias y modalidades operativas.
En dos años, mínimo
El tiempo disponible para adaptarse a un escenario o al otro (o a las múltiples variantes imaginables) puede ser aún amplio, esto es de dos o tres años como mínimo. E incluso, en el caso de que finalmente entre en vigencia el acuerdo, tal plazo se puede extender más años si se toman en cuenta los previstos para que se completen, entre otros ejemplos, los procesos de desgravación arancelaria.
Pero también hay que tomar en cuenta los plazos que puedan requerirse para adaptar una empresa a las condiciones de competitividad que podrían ser –según sea el escenario que se contemple, el país y el sector al que pertenece la empresa, entre otros factores- muy diferentes a los actuales.
De ahí que parece algo recomendable para una empresa comenzar a explorar la incidencia que, uno u otro escenario, pudiera tener en su capacidad para competir en su propio país, en el Mercosur o en el espacio biregional. Puede ser natural que una empresa considere innecesario prepararse ya para escenarios aún tan inciertos, pero algunos de sus actuales o potenciales competidores podrían haber empezado a hacerlo.
Tres cuestiones requerirán una especial atención, al menos en el caso de las empresas pymes de los cuatro países del Mercosur, a fin de poder prepararse para “el día después” de la entrada en vigencia del acuerdo de asociación.
La primera cuestión se refiere al desarrollo en la práctica de las disposiciones previstas en el acuerdo birregional entre el Mercosur y la Unión Europea, para el apoyo a la participación efectiva de las pequeñas y medianas empresas. Nos referimos en particular, a los programas de cooperación técnica y al financiamiento de transformación productiva que puedan desarrollarse con la Unión Europea, con el objetivo de facilitar la adaptación de empresas pymes a las nuevas condiciones de competitividad que surgirán de la efectiva vigencia del acuerdo de asociación.
Una segunda cuestión, se refiere a la participación activa de los distintos gobiernos locales (provinciales o municipales) en el aprovechamiento por sus respectivos sectores productivos, de las oportunidades que se abrirán con el acuerdo birregional. Algunos ya tienen programas referidos al comercio y a las inversiones con la Unión Europea. En ese sentido, el acuerdo de asociación abre oportunidades para acentuar el desarrollo de programas de cooperación técnica y financiera destinados a facilitar la participación de regiones, provincias y ciudades de países del Mercosur en el espacio económico birregional, y también para estimular la cooperación y las acciones conjuntas, especialmente con la participación de empresas pymes de los dos lados del Atlántico.
Y la tercera cuestión es la de analizar los múltiples desdoblamientos a que puede dar lugar el acuerdo birregional, tan pronto se lo inserta con sus respectivas reglas de origen, en las redes de acuerdos de comercio preferencial que han celebrado o puedan celebrar el Mercosur y la Unión Europea con otros países y regiones, y en especial, con los de la Alianza del Pacífico.
El vínculo entre “reglas de origen”, “acuerdos regionales preferenciales” y “cadenas de valor”, podría nutrir políticas de cooperación biregional que faciliten y promuevan la acción conjunta entre pymes de ambos lados del Atlántico, con las de otras regiones con las que ya existen distintas modalidades de acuerdos comerciales preferenciales, por ejemplo en la propia América Latina, en África y en el Asia-Pacífico.
Carlos Luis Michel Fumero
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