El crecimiento tan robusto del sector exportador y la ausencia de crecimiento del mercado interno ha sido bautizado como el desacoplamiento de México sobre la economía de EU.
Con los datos de la balanza comercial publicados por el Inegi la semana pasada se devela que la economía de México alcanzó un volumen de comercio internacional de 1.0 billones de dólares. Un gran récord histórico. El importe equivale a 77 por ciento del PIB total. Con unas exportaciones totales de 494.5 mil millones de dólares (mmdd) más unas importaciones totales por 505 mmdd se confirma a México como el segundo socio comercial más importante de Estados Unidos. La diferencia entre estas es un déficit comercial pequeño de 11.5 mmdd, fácilmente financiable con las entradas de capital del año pasado, por más de 34 mmdd. Incluyendo los 12 mmdd de los DEG del FMI.
México es una gran maquiladora de productos manufacturados para Estados Unidos, y productos de uso intermedio. Las exportaciones no petroleras, que incluyen a las manufacturas y las exportaciones primarias, y que sumaron 465 mmdd (36 por ciento del PIB) crecieron más de 16 por ciento anual en 2021. En el último bimestre aumentaron 13 por ciento anual.
Cuando usted lea esto, ya se habrá reportado el dato oportuno del PIB al cuarto trimestre, y por lo tanto se tendrá una primera estimación de cuánto pudo haber crecido la economía mexicana en todo el año anterior. Según Bursamétrica, el PIB del cuarto trimestre debe haber salido ligeramente positivo, a tasa anual, con base en los datos del IGAE que ya conocemos de octubre y noviembre (+0.3 por ciento anual ambos) y a nuestra estimación del IGAE de diciembre, de 1.0 por ciento anual que nos arroja nuestro indicador anticipado el IBAM. En general, podemos decir que tuvimos un crecimiento cercano a cero en el cuarto trimestre. A tasa trimestral, el crecimiento pudo ser del 0.3 por ciento. Este estancamiento contrasta llamativamente con la estimación preliminar del PIB de Estados Unidos al cuarto trimestre, que aumentó 6.9 por ciento anualizado, o 1.7 por ciento trimestral.
En las últimas cifras conocidas del IGAE, el de noviembre de 2021, se tiene una radiografía muy clara de lo que está pasando en nuestro país: La economía en su conjunto debe haber crecido en algo cercano a 0.3 por ciento anual. El sector primario creció a 6.9 por ciento anual, dinamismo similar al de la economía americana; el secundario, que representa a toda la industria: manufactura, petróleo y minería, y construcción creció 0.7 por ciento anual; una décima parte del crecimiento del campo. Y el sector de los servicios, que es en donde está el comercio, turismo y restaurantes, etcétera, y el mayor número de empleos, creció 0.0 por ciento anual. Es decir no avanzó.
Este crecimiento tan robusto del sector exportador y la ausencia de crecimiento del mercado interno ha sido bautizado como el desacoplamiento de México sobre la economía norteamericana. Pero esto implica una grave enfermedad. Si el desacoplamiento fuera por un crecimiento superior al de nuestro principal socio comercial, sería un síntoma muy positivo. Pero aquí está sucediendo lo opuesto. Lo inexplicable. Los economistas internacionales se preguntan ¿qué hace México con el impulso que le da la economía norteamericana?
El reporte trimestral de la Actividad Económica Estatal al tercer trimestre presentado por el Inegi la semana pasada también nos lo refleja muy claramente: los estados de la República en donde está más concentrada la manufactura exportadora y el campo sofisticado, crecen a tasas mucho más altas que las de los demás estados, excepto Aguascalientes y Puebla que tienen una manufactura muy concentrada en una sola marca automotriz. De 15 estados con actividad agrícola y manufacturera ligada a la economía americana, el crecimiento promedio es de 5.7 por ciento anual. Excluyendo los dos estados negativos, el promedio sube a 6.8 por ciento anual. Hay otros estados como Tabasco (+14.0 por ciento anual) o Quintana Roo (25.2 por ciento anual) que también están creciendo muy fuerte, principalmente por la inversión pública que se está destinando a estos dos estados. Pero el resto de los estados tiene una recuperación anémica y débil.
De todo esto se deduce la importancia de restablecer el clima de confianza, el procurar un irrestricto respeto al Estado de derecho, y generar políticas públicas y condiciones amigables para la inversión. Todo lo contrario a lo que sucede cotidianamente en nuestro país. Solo digo que con los recursos naturales que tiene México, el tamaño y el perfil de su población, y asociado a la economía más rica del mundo, debería de aspirar a tener una tasa potencial de crecimiento al alza de hasta 5 por ciento y no al revés. Hoy en día se estima que la tasa de crecimiento potencial se ha reducido del 2.5 por ciento previo a 1.5 por ciento anual. Totalmente insuficiente para mejorar el nivel de vida de la población y reducir la pobreza extrema.
Ernesto O'Farrill Santoscoy
El autor es presidente de Bursamétrica.
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